Tenía
una cita con el viento
y me ha dejado tirado.
Con la cara
de atontado,
mirando la hora
de la consulta
en el volante
del aire amputado.
En las arterias
del tendedero,
las pinzas
son horquillas
que gobiernan
su peinado,
apresando
con sus brazos
de plástico
los calzones
mojados.
Me arranco
la cabeza
y la tiro
al tejado.
Por lo menos,
que menos
que tener
un mirador apañado
cuando ande
con el culo húmedo
y la nariz de payaso
del resfriado.
Tenía
una cita con el viento
y me ha dejado tirado.
Lo voy a llevar
directo a los juzgados.
Pondré de testigos
a los árboles petrificados
y de prueba,
a la palangana
de mi corazón empapado.
Tenía
una cita con el viento
y me ha dejado tirado.
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