Triste,
para siempre.
Triste,
entre la gente.
Triste,
y diferente.
Triste,
hasta que tú
me encuentres.
Hoy como
lo que ya cociné ayer,
mastico lo que machaqué.
Dando tumbos
por las autovías
de mi cama,
empujado por
las mismas pesadillas
de hace semanas.
Y si para cuando
los meses se vayan
la cosa sigue igual,
me asustará de verdad
esta absorbente espiral
en la que los pies
se alimentan de cristal.
Evitando sí o sí
la trémula imagen
de morir para vivir,
del gatillo soplando
la bala,
de las feroces llamas
devorando las membranas
de mis alas.
De mí mismo,
cayendo en picado,
sin remedio,
abocado
a desear el pecado
de ser
un cadáver aplastado.
Triste,
para siempre.
Triste,
entre la gente.
Triste,
y diferente.
Triste,
hasta que tú
me encuentres.
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