No me apuntes
con tu mirada,
que ya estoy oliendo
la pólvora
de las frases
quemadas
erizando
las empalmadas columnas
de tu pelo.
¿Para qué quieres
que te prometa
estrellas
si no tengo pensado
subir al cielo?
Soy de enseñar
el culo
antes que
los huevos.
La mierda primero,
uno a cero.
Termino
con el oro,
pero empiezo
con el acero
de los peros.
Así que
no me llenes
el parte meteorológico
de aguaceros
cuando un día
no te coma la oreja
y te suelte un
te quiero.
Mis dedos
hablarán por mí
cuando sus hiedras
se enreden
en las tapias
de tu mano.
Y si a veces
hablamos idiomas
diferentes,
da igual,
lo importante
es que nos entendamos.
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