Hija puta.
Qué rarita
eres.
A ver si
me dices
de una vez
qué es
lo que quieres.
Tú no eres
mi profesora,
que te enteres,
ni yo tengo
que hacerte,
aunque los haga,
los deberes.
Y tranquilita,
no te
me aceleres,
que vaya
lección de
educación
me estás dando
a base de
dictados
con alfileres.
Relájate,
nena.
Deja
de pulir
a coces la arena.
Y date cuenta
durante un momento,
que ni quiero,
ni tengo
entrada vip
en tus pensamientos.
Mira la pecera,
mira cuántos peces.
Mira lo llenas
que están
tus manos
y agradece,
porque
cualquier día
me canso
de tus gilipolleces.
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