Que si esto.
Que si lo otro.
Que si el futuro
somos nosotros.
Cállate un ratito
anda,
que si ni siquiera
soy presente,
¿para qué
matricularme
en las páginas
vírgenes
como asignatura
pendiente?
Ya leeré
lo que haya
que leer
cuando
las letras
se estrellen
contra mi
frente.
Con todos
mis ahorros
invertidos
en acciones del hoy,
dejo el pico y la pala
y me arrojo al sofá.
Y al caer,
la corriente
desata en mis pulmones
el soplo del huracán
cuando el tic tac
se pasea
con su leve murmullo
lejos de la garganta
de los callejones
oscuros.
Por eso,
aunque
me sangren los
bolsillos,
me aseguro
de gastarme los duros.
En esa noria,
en la eterna novia,
que no para de dar
vueltas y vueltas,
me agarro
al hierro de la cabina
por si hay alguna
tuerca suelta.
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