¿Por qué
lo hacías?
No quiero
que te acerques.
No eres
quien yo creía.
Ahora sé
que era un peón
y no un rey
en el tablero
de tu juego.
Y yo,
como un tonto,
talando árboles
cuando tú
estabas
calentándote
con otro fuego.
Eso sí,
que ni se
te ocurra
traer a mi puerta
tus manos
cuando
barras
tus cenizas
a puñados.
¿Por qué
lo hacías?
No quiero
que te acerques.
No eres
quien yo creía.
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