Lo tengo
muy claro.
Voy a empeñar
mi corazón
de oro.
Cerrarle
la ferretería
al descaro.
Ya le he
hecho muchas
copias
a la llave
del tesoro.
Para qué
ser la
única
voz del coro,
si entre
las manos
se resbalan
los cuernos
y siempre
me coge
el toro.
A escopetazos
con el hambre
de los cuervos.
A partir
de ahora,
a la media
mano
me reservo.
A ellos,
a los que debí,
deberé y debo.
A ellos,
los que
se merecen
dormir
en el colchón
de mis recuerdos.
Para qué
ser la
única
voz del coro,
si entre
las manos
se resbalan
los cuernos
y siempre
me coge
el toro.
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