Envuelto en manto
de negrura,
lejos del ruido
de la amargura,
siento el leve
zumbido del silencio,
suave y delicioso,
sin pinchazos de duda.
Tengo los ojos cerrados.
Ningún músculo.
Ningún pensamiento
se mueve.
Y de mi boca,
burbujas salen
hacia una superficie
con un sol de nieve.
Respiro ahogándome
y me ahogo en una botella.
Bajo el agua,
buscando mi cielo,
mis estrellas.
Colocado,
en mi sitio.
Sin que nada se mueva.
Aquí me quedo yo
con lo que de mí queda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario