¿Qué miras
desde ese hombro
tan alto
por el que se
caen tus ojos
dictadores?
Seguro que me ves
como a un enanito,
desde tus tronos
voladores.
Pasando
delante de mí.
Vaya cochecito.
Supongo que hay
que trabajar duro
para que te lo pague
tu papaíto.
Anda que,
valiente retrasado.
Cuando aprendas
que las nubes
no cagan monedas,
vienes y me miras
de cualquier lado.
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