Vino una ola.
El agua llevaba
perfume de colmillos
en el olor.
Vino una ola.
Y la ola lo tiró.
Derrumbado
en el suelo,
salió otra ola.
Pero esta directa
de su corazón.
Y nada,
nada pudo
apagar su dolor.
Consiguió
levantarse,
a duras penas
y la marea
borró las huellas
de la arena.
Y a pesar de todo,
camina por la orilla,
mirando el mar.
Hasta que un día
venga una ola
que lo ahoge
de verdad.
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