Cada día
es un asalto nuevo.
Un puño pasa
rozando mi cara,
pero le echo dos huevos.
En un ring cercado
de cuerdas ambiciosas,
como una roja playa,
la sangre sobre
mi cara rebosa,
y el sudor pinta
mi cara magullada.
Mi cuerpo mareado
va de un lado a otro.
Sin aliento,
esperando otra oleada.
Allí fuera,
en la calle,
el sol seguirá quemando.
Pero supongo que,
a pesar de todo,
habrá que seguir luchando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario