Ahí van
con sus botitas
negras,
con sus disfraces
de prepotencia,
con ojos de buitre
sin conciencia.
Enseñando
sus pistolitas,
paseando
en sus coches
de juguete,
buscando inocentes
a los que meterle
un buen paquete.
Y los hombres
de verdad
se perdieron
en las calles
del miedo
y la cobardía.
Por eso,
cuando ellos pasen,
gritad:
puta policía.
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