Puede que tú
ni te dés cuenta
y de tu boca
salgan y salgan
palabras en manada.
Y siguen,
y siguen,
hasta que una,
como una pedrada,
se clava en la
piel y estanca
la mirada.
Y te jode,
te pudre,
te quema,
te contamina,
y un trago de odio,
de rabia
por la garganta
camina.
Algo explota,
revienta,
destroza
y desgarra
un trocito de alma
quemada.
Porque,
aunque no
haya veneno,
hay palabras
envenenadas.
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