Ojalá pudiera
encalar
la saliva del dolor
en la que se duchan
mis ojeras.
Ojalá pudiera
esperar
sin liarme
a guantazos
con la espera.
Ojalá pudiera
quemarme
en las neveras.
Ojalá pudiera
caminar
sin preocuparme
por las huellas.
Ojalá
que nazcan los ascensores
y mueran las escaleras.
Que nazca el pegamento
y se mueran las tijeras.
Y ya que pedimos,
que tú ya no seas
quien alguna vez fueras.
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