A mí me
preguntaron.
No me desperté
con ganas de hablar.
Sería un descaro
cerrar la boca
y callar.
No llevo
nubes en los dedos,
no llevo
pizarras en los bolsillos.
Sé que pieza muevo.
Tú a lo tuyo
y yo a lo mío.
En las blancas páginas,
en las negras letras,
si los latidos
gritan, lloran, se queman
y de milagro viven.
Mira, niña.
Tu escribiste el libro.
No culpes al que lee.
Culpa al que lo escribe.
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