Cuando llegamos
nos hicieron
creer
que había algo
ahí fuera.
Que las rosas crecían.
Que los corazones
se encontraban.
Que había maneras.
Que la piel
no era un golpe
sobre la madera.
Bajo la lluvia,
las gotas saben
a espera.
Y nos escondieron
las lágrimas,
la sangre,
las palabritas feas,
el amor de tres
minutos,
los puños transparentes,
las religiones ateas.
Dime tú
cómo cojones
voy a una cara sin ojos
a llevarle un carro
de desilusiones...
No hay comentarios:
Publicar un comentario