El aire ensangrentado
se apoya
sobre los acantilados
de mi boca,
donde alguna vez
el agua habló
con sus rocas.
Y mis ojos,
sin ti,
no tienen nada
de que hablar.
Callaron cuando
les cobraron
por mirar.
Respirar.
Respirar hondo y respirar.
¿Qué puede ir mal?
Plumas negras
se recuelgan
de coaguladas orejas.
En la nariz,
dos ventanas
con rejas.
Bosques, árboles,
llanuras y prados
extendiéndose
de pies a manos.
Respirar.
Respirar hondo y respirar.
¿Qué puede ir mal?
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