Voy plantando
cruces
en los desayunos,
las comidas
y las cenas.
En tus alegrías
y en mis penas.
Se me caen
los pantalones
porque
en mis bolsillos
solo llevo arena.
Cada minuto,
una película.
Cada segundo,
una escena.
Cada abeja,
una colmena,
cada libertad,
una condena.
Hasta el viento
lleva cadenas
cuando despiertas,
despertando
mis sirenas.
Ni siquiera
tengo zapatos
para tus carreras.
Solo espero
que ojalá
algún día mueras.
Cada minuto,
una película.
Cada segundo,
una escena.
Cada abeja,
una colmena,
cada libertad,
una condena.
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