El roñoso
espectro
de lo que
fuimos algun día
está meciendo
sus dedos
sobre las carteras
vacías,
sobre las feroces
bocas de la agonía,
que clava sus dientes
en mi piel
noche tras noche,
día tras día.
Y yo,
como gilipollas que soy,
creyéndome cada tontería
cuando eras
otra cintura de avispa
a la que le va grande
la valentía.
Te veo
y no entiendo nada.
Muy rápido
se te han secado
a ti
las babas.
¿Dónde están
todas las cosas
de las que me hablabas?
¿Dónde?
¿Dónde están
las páginas mojadas
de los cuentos
que me contabas?
En las fecundas
tierras de tu cobardía.
Mala puta,
allí donde
crecían los árboles
de la fantasía
estirando sus columnas
con la ingenua
semilla de mi alegría.
¿Dónde están
todas las cosas
de las que me hablabas?
¿Dónde?
¿Dónde están
las páginas mojadas
de los cuentos
que me contabas?
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